Conocí al General Almazán hace un año, ¿o fue un 9 enero?, Almazán fue un militar, político mexicano que fue Candidato Presidencial en unas polémicas y decisivas elecciones que cambiaron la historia en la política de México. Es al menos eso lo que me digo.
Lo conocí gracias al escritor Guillermo Samperio, o ¿me lo presentó una amiga?, estaba leyendo su novela cuando me acordé de ti, o tal vez tu te acordaste de mi, alguna de esas, me veniste en la memoria, te representaste en momentos e imagenes. No pude soltarle, o no quise, o no quiero.
Almazán quiso ser médico algún día, como tu madre, como tu abuelo, ¿como tu familia? se forzó a sí mismo a ser alguien que no quería, o fue forzado por los demás, jamás podría saberlo. Hacía algo, algo en verdad amoral y al poco rato se arrepentía, fingía en fantasías que abusaba de mi, y yo me hacía la dormida. Después despertaba y se arrepentía como si no hubiese sido posible aprovechar y disfrutar de tal momento. Te veía y no estabas ahí, estabas inmerso en ese mundo imaginario al que tanto anhelabas por pertenecer. Me hacías a un lado.
Podía verte en pedazos, como al General, creía conocerlo pero no lo hacía en verdad. Al comenzar la Revolución Mexicana se unió al bando revolucionario abandonando sus estudios de medicina. Mientras era parte del ejercito, el “General niño” fundó un ejercito de mujeres revolucionarias, ese fue su primer gran acierto y haberlo hecho a los 20 años. Recordé batallas personales, como aquél ensayo que te publicaron, tu primera gran victoria a tan corta edad. ¿Qué habría sido de ti si la hubieses alcanzado después?, maduro y no tan joven no te habrías sobreestimado. No habría crecido más ese ego germinado bajo la sombra de un legado matriarcal insuperable e inborrable.
Miedo, ¿qué fue el miedo para ti? yo tenía tanto, tengo tanto. Miedo a no poder ser esa persona que ansío ser, no ser el General que espera la niña en mi. No alcanzar todas esas promesas que le hice alguna vez. El miedo en tus ojos al mirarme, el odio, lo he visto reflejado ahí, como el diablo me has mirado y seguro que es así como me recuerdas. La mujer que engañó, burló e hizo de ti lo malo, lo invocable, la media sonrisa. Dilo.
Hoy cumple años el “General Niño”, lo supe desde hace un par de días, reencarna en mi. Lo veo, lo siento, lo leo. No existen más palabras que le pueda escribir.
Despierto en lágrimas con la certeza de que te veo en la sonrisa de los demás, la sombra de tu mirada en otros observándome. Estás inexistente porque ninguno es como tú, ninguno habrá de quererme o tocarme o abrazarme o hacerme ver. Sólo pude verme hermosa a través del reflejo de tus ojos. No veo nada en mi.
Le deseo la victoria en las batallas que merece ganar, derrota en las que tenga que aprender. Deseo pueda verse bien a los ojos y saberse, saber quién es usted, sin miedo a mirarse, sin miedo a abrazar la amoralidad que existe en ti. ¿Quién te juzga?, nadie. Sigo aquí.