Curiosos recuerdos con mi Papá Toño

Papá Toño

Hace seis años que falleció mi papá Toño. Me gustaría decir que con el tiempo se olvida uno del dolor, y no, lo único que cambia es que cada día lo recuerdo con más amor, con más gracia.

Me inundan a la mente recuerdos de los que río, conversaciones que abrazan mi corazón, una muestra de lo poco que siento que conviví con uno de los hombres a los que más admiré.

  • Una vez estaba yo sentada en la cocina de la casa viendo la tele, cuando mi Papá Toño entró. Me preguntó qué estaba viendo, le dije que una película. Vio que en el reparto habían personas de color y le apagó a la tele, dijo que no viera cosas donde salían “negros”.
  • Una vez salí a la tienda de noche y sin permiso, cuando regresé me encontré a mi papá toño con un arma, no sé si creyó que alguien se metía a robar. Me pidió que no saliera sola. Y ya.
  • Mi Papá Toño era enojón. Una vez me dejó ponerle una peluca de broma y tomarle fotos.
  • Una vez mi Papá Toño me preguntó si era una niña chillona o una niña macha como las buenas. Le dije que lo segundo (cuando no). Me pidió que lo acompañara por la cena. Yo pensé que íbamos a a comprar algo pero no, vi cómo mató un becerro, me hizo sostener las vísceras (todavía calientes), mientras le escurría sangre al animal de la yugular, me pidió que le alcanzara una cubeta, esperamos hasta que dejó de escurrir. Después lo despellejó y lo deshuesó. Yo tenía diez años. De alguna forma esa experiencia horrorosa me hizo sentir cerca de él.
  • Una vez me encontré a un montón de gatos chillando en el granero de la casa. En ese entonces no me gustaban los gatos así que corrí adentro a decirle a mi Papa Toño que los gatos se iban a comer el maíz. Abrió el refri, calentó unas cosas en la lumbre y luego se fue al granero a alimentar a los michis, hablándoles con mucho cariño. Un lado tierno que muy pocas veces pude ver.
  • Una vez mi Papá Toño me cortó mal el fleco y lloré.
  • Mi Papá Toño nunca habló de sus sentimientos. Una vez me dijo que me amaba y se puso a llorar. Lo abracé y lloramos juntos. Lo extraño

127 días para viajar a Inglaterra

Me quedan poco menos de cinco meses para emprender un viaje con el cual he soñado desde que tenía quince años: conocer Europa.

Siendo sincera, nunca creí que llegaría el día en el que pudiese cumplir ese sueño, supongo que todo viene de la experiencia en cuanto a la desilusión. La única oportunidad que tuve de hacer algo al respecto, fue cuando cumplí quince años. No quise una fiesta porque nunca fui una niña que le gustara usar vestidos, así que pedí un viaje para conocer Italia y ver un partido del AC Milan en el cual militaba mi jugador favorito: Paolo (El Gran Capitán) Maldini.

Muy probablemente mis papás no tengan ni una idea de lo mucho que me dolió no haber cumplido ese sueño, lo mucho que me lastimó que rompieran esa ilusión bajo el argumento de que “no me había portado bien, no había tenido buenas calificaciones”.

Hasta mucho después entendí que no teníamos el dinero, ya no solo ni para ir a Italia, ni siquiera para salir de la ciudad. Tiempo después me cayó el veinte de que la razón por la cual mis papás no me cumplieron esa promesa no fue porque no quisieran o porque no creyeran en mí, sino porque no teníamos los medios como familia de hacer algo tan simple (para algunos) como tomar unas vacaciones.

Me tomó dieciocho años tener el dinero suficiente para darle a mi niña de quince años, la quinceañera que tanto se merece. Llegué muy tarde para ver un partido de Paolo Maldini, eso sí.

Ayer mi futura esposa, mi mejor amiga y yo, compramos los boletos para viajar de Inglaterra a Dinamarca, rentamos el AirBnB. Fue todo tan surreal, tan… increíble (de ese que de verdad NO lo crees). Y en parte aún no me lo creo, mucho tiene que ver con algo que recientemente platiqué en terapia: la depresión nos hace creer (porque algunas de nosotras crecimos así) que todas las personas que nos quieren, van a abandonarnos. El abuso y trauma nos hace recordar que debemos estar alertas porque en cualquier momento sufriremos un ataque. Los ciclos de codependencia nos afirman que algo malo va a pasar, porque ha sido así la mayor parte de nuestras vidas. “Siempre termino desilusionándome”, y aunque racionalmente sé que todo “está bien” en mi vida, sigo a la expectativa de algún desastre.

Me pasa mucha parte del tiempo. Lo que sé no coincide con lo que siento. Sé que soy una mujer dominante, inteligente, intuitiva, brillante. Me siento desvalorada, como una idiota, que no vale la pena, que no merece nada bueno de la vida “porque siempre ha sido así. Ayyyyyyy, esta pinche lucha diaria y constante. Es importante abrazarse.

En Inglaterra quiero perderme en los campos, en su inmensidad, respirar su aroma, sentir su cuerpo. Quiero caminar las calles de Londres, tomar imágenes de su arquitectura, visitar Abbey Road, pararme en el Palacio de Buckingham y respirar el mismo aire que la reina (culpo a The Crown por eso) y si de pura caca, me toca conocer a mi segunda inglesa favorita (Gillian Anderson), me doy por super, mega, bien servida.

Quiero conocer todos los lugares en los que alguna vez compartió momentos mi futura esposa, quiero pensar que estuvimos ahí al mismo tiempo, que volvemos a los lugares que nos ayudaron a crecer para agradecerles lo mucho que hicieron por nosotras. Es una sensación rara, porque sé que nunca he estado ahí y quiero volver a verle. Tal vez una parte de mí estuvo allí, tal vez sólo es la emoción del momento.

Por primera vez en mi vida estoy haciendo más cosas por cumplir mis sueños, que por el deber de vivir la vida.

Y nada de esto sería posible sin mi futura esposa, las hermosas mujeres de las que me he rodeado, mi familia pero sobre todo: mi madre. Porque aunque no tuvo las palabras para decirme (cuando lo necesité) que creía en mí, ahora hace todo lo posible por hacérmelo sentir. Porque sin la fortaleza heredada, sin la ilusión heredada, no podría haberme aventado a experimentar la sensación que mi bisabuela, mi abuela y mi madre siempre han anhelado sentir: LIBERTAD.

El lado sexual de la Reina de Bastos

A veces me entran las ganas de apropiarme de la Reina de Bastos, me la imagino como una mujer atractiva, inteligente, con caché, seductora y apasionada. 

Es aquella que le manda un mensaje a su interés sexual y le pregunta “¿Te gustaría vernos para darnos unos besotes?”. Y si le dicen que no, por cualquier que sea la razón, no se pone triste ni duda de su valor como mujer. Está bien que la otra persona no quiera besarle, eso no quiere decir que no sea atractiva o valiosa. 

La respuesta negativa tampoco va a detenerla para volver a preguntar a otra persona. Ella está segura de lo que quiere y su valor. SI el wey que le gusta la manda por un tubo, pues bueno, se busca a otro. Y si no, la masturbación es la mejor alternativa para cumplir cualquier fantasía y siempre, siempre se llega al orgasmo. Porque la Reina de Bastos por supuesto que es una experta en su placer sexual, sabe cómo tocarse, cómo hablarse, como provocarse el mejor de los orgasmos sin ayuda de nadie. 

La Reina de Bastos no tiene miedo de vivir bajo su propio código moral, y aunque en ocasiones le atemorice saber qué es lo que quiere, nunca deja de intentarlo. 

Tampoco deja las cosas a medias, si tienes la fortuna de aventurarte sexualmente con una Reina de Bastos, recibirás una de las mejores experiencias sexuales, pues ella es segura de sí misma. Se asegurará de que ambas partes vivan una noche apasionada llena de múltiples orgasmos y caricias intoxicantes. 

Tirada personal de Tarot

Fecha: 6 de noviembre de 2019 

Pregunta: ¿Cuáles deben de ser mis aprendizajes durante estos días en los que mi pareja va de viaje? 

Signo: Libra 

Tirada: 

8 de espadas 

Rey de Pentáculos ↓ 

Justicia ↓ 

Esta tirada es leída de forma lineal y horizontal, el orden que yo veo en esta lectura es una representación de mí, mi pareja y la relación, por lo que podríamos decir que el 8 de espadas me representa a mí, el Rey de Pentáculos invertido a mi pareja, y la Justicia invertida, nuestro entorno, ambiente y relación. 

Cada vez que mi pareja sale de viaje veo aproximarse a lo lejos una enorme ola de inseguridades: ¿Qué pasa si conoce a alguien muy chingón y se enamora? Aunque esa no es la pregunta que debería de hacerme, las preguntas reales son las siguientes: 

¿Por qué si estoy en una relación abierta ESA es mi primera pregunta? ¿Por qué me genera tanta inseguridad que conozca a alguien? ¿Por qué las acciones que ella haga serían un reflejo de mi sentir? ¿Por qué me es tan difícil reconocer el amor que ella tiene hacia mí? ¿Por qué me es tan difícil reconocer el amor que tengo hacia mí? 

El 8 de espadas son todas esas preguntas que no tienen sentido ni importan. Cada espada que me rodea es una pregunta. Y todas esas preguntas me generan auto opresión, porque soy yo quien no se quiere quitar la venda de mis inseguridades. Esa es mi labor, reconocer mis inseguridades, trabajar en ellas y no dejar que me opriman. 

Tan acostumbrada al concepto tóxico de amor romántico, ese que dice que las acciones del otro son reflejo de lo mucho o poco que te ama. Si me cela, me ama un chingo, si me ignora es porque no soy lo suficiente, porque merezco que me ignore. Y aunque en mi relación actual estamos muy conscientes de nuestras carencias y malos hábitos (que tratamos diariamente de combatir), a veces es muy fácil caer en la codependencia. 

Y aunque el 8 de espadas habla de mantener subyugada a la gente (en este caso yo) enseñándole a creer en su propio desvalidamiento, (este círculo constante de ansiedad que me lleva a pensar que no soy suficiente para ella), también habla de una evolución consciente. Al reconocer que son mis inseguridades las espadas y la venda que me hacen mi propia vida tan difícil podré encontrar una nueva iluminación de mi ser. Sin esta iluminación jamás podré conocerme realmente a mí misma ni al mundo. 

En lecturas pasadas que he realizado, el Rey de Pentáculos ha representado a mi pareja, por lo que tiene mucho sentido que salga en esta tirada, especialmente de manera invertida. 

El Rey de Pentáculos está destinado al éxito, y quienes tengan la inmensa fortuna de conocer a mi pareja podrán asegurar que ese es el destino que le espera. Sin embargo y porque la conozco, sé que para ella el concepto de éxito es difícil de obtener e incluso comprender, ¿Qué clase de éxito? ¿Profesional? ¿Material?  

Crecimos con una idea de lo que significa ser una persona exitosa, pero ¿Qué tal si esa idea no nos corresponde ni habla de nosotras? Ejemplo y no hablo específicamente de nuestra situación, a muchas mujeres nos confrontar sobre cuándo ejercer nuestra maternidad, que ser madres nos hará sentir exitosas de cierta forma, pero ¿Qué hay de las mujeres que no quieren tener un hije? ¿No son ellas también merecedoras del éxito? 

Mi pareja todavía está en este viaje de descubrir qué es lo que a ella la hace sentir exitosa. Y este viaje puede ser tumultuoso, porque cuestiona las mismas ideas con las que crecieron y obtuvieron el éxito nuestros padres y que fueron heredadas a nosotres. 

El Rey de Pentáculos invertido tiene una connotación de fracaso o sentimientos de mediocridad, habla sobre la falta de conexión vital con la naturaleza. La falta de realización genera insatisfacción y sentimiento de debilidad. 

Mi labor aquí es ser paciente, entender y comprender cómo ella se siente, sentarme a escucharla, abrazarla cuando lo necesite, prepararle una cena o comida, hacerla sentir amada. La labor de ella es aprender a reconocer que se puede ser exitosa de muchas formas, no solo las establecidas por el capitalismo o el patriarcado. 

La carta de la Justicia invertida habla, por una parte, de una falta de sinceridad o deshonestidad con uno mismo y con los demás. Por otra parte, refleja en ocasiones la actitud de injusticia, de lo mal que a veces nos trata la vida. 

Y sí, por una parte, no estoy siendo sincera conmigo misma, pues estoy cayendo en codependencias, me “rehuso” hasta cierto punto, ya sea porque no he aprendido cómo hacerlo, a “quitarme la venda” de los ojos (8 de espadas). Trabajar en lo que a mí me toca, que es valorarme y amarme por la mujer que soy. Es muy fácil caer en el “ayyyy, pobrecita de mí, la vida es tan injusta conmigo, todos tienen un mejor trabajo que yo, todos tiene pareja, por qué no puedo ser yo quien se enamore”, etc. El verdadero reto es aprender a ver hacia adentro, encontrar la raíz de ese sentimiento y trabajar en él. Vaya, si siento que todos están teniendo el trabajo de sus sueños, o la relación de sus sueños, o la vida de sus sueños, es MI trabajo hacerme del trabajo de mis sueños, de la relación de mis sueños, la vida QUE YO QUIERO Y MEREZCO. 

La carta de la Justicia invertida habla de cómo estamos perdiendo una oportunidad valiosa de entendernos mejor a nosotros mismos y a nuestra vida. 

 “Nadie más que tú mismo podrá salvarte” Emerson.  

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Amor moderno bajo la sombra de un trastorno mental

En una reunión con mis amigas (mi círculo de amor y cuidado) hablamos sobre series de TV. Una de ellas nos recomendó Modern Love, y aunque tiene un par de episodios rescatables (específicamente aquellos en los que salen Tina Fey y Anne Hathaway) fue una serie que por momentos me aburrió.

Lo que sí es que me dejó con este pensamiento de qué es lo que significa amor moderno cuando eres mujer feminista, vives un trastorno mental y cuáles son las implicaciones de éste viaje en mujeres como yo. Y aclaro, este viaje es meramente personal, no vengo aquí bajo ninguna filosofía.

Para quienes vieron el episodio de Anne Hathaway recordarán que nuestra protagonista sufre de un trastorno mental: bipolaridad, el cual le impide desarrollarse de manera funcional. Puede lograr sus objetivos profesionales, (con mucha dificultad) y pareciera que vive una vida de ensueño, después de todo, vivir en Nueva York en un departamento tan chingón como el de ella, ya debe ser un sueño ¿no?.

Hubo cosas que me hicieron sentir conectada con ella, especialmente su periodo escolar, aunque yo asistiendo a una universidad pública, obviamente. Sin embargo hubieron cosas que no me hablaron a mí, una mujer de casi la misma edad de la protagonista, que vive con Trastorno Bipolar Tipo II.

En muchas de las historias de estos episodios todos tienen trabajos estables, departamentos de ensueño, vidas envidiables. En ninguno de ellos presencié la discriminación de ser feminista, el temor que vivimos las mujeres en México de ser violentadas sexualmente o asesinadas. En el Nueva York que me pintan no se siente esa vibra. Pareciera más que este amor moderno habla más por lo material, por el estatus, que por una estabilidad emocional o mental, excepto en los episodios que ya mencioné, donde sí se siente esa conexión de depresión, apatía, insatisfacción y la búsqueda de cambiarlo mediante la empatía y la terapia.

Empatía y terapia. Conceptos que no veo normalizados en México. Cuando comenzaron las marchas feministas el gobierno y los ciudadanos estaban ( y están) más preocupados por las afectaciones a monumentos nacionales, o estaciones del metrobus que quedaron funcionales EN MENOS DE DOCE HORAS, que por las nueve mujeres que mueren asesinadas diariamente.

Qué alivio poder llegar a la oficina y comentarle a mi compañera de trabajo los aprendizajes a los que llegué en terapia, desafortunadamente la salud mental es tabú todavía, lo cual me parece sumamente estúpido. Que buscar tu sanidad mental sea considerado una locura. Todavía es el día en el que en mi trabajo actual no saben que soy Bipolar, debido a la discriminación que he sufrido en el pasado, cientos de trabajos en los que no fui contratada simplemente porque decidir ser honesta sobre mi enfermedad y mi toma de medicamentos.

Aunque me dio un enorme gusto ver una serie en donde la hermosa protagonista, pelirroja y despampanante, termina padeciendo una enfermedad mental, no me sentí enteramente identificada. Tal vez porque evidentemente NO SOY ANNE HATHAWAY, la protagonista no era una feminista abortista, bisexual, que todos los días teme ser violentada sexualmente o asesinada, tanto ella como su esposa.

Y es que en México lo único que necesitas es ser mujer para que termines tirada en la carretera o violada por policías. No importa si tienes seis o sesenta y cuatro años. De todas maneras se van a meter a tu casa a violarte y asesinarte.

Sin embargo, ver esta serie me llevó a caer en cuenta de que en mi círculo de amor ya profesamos un amor moderno basado en cuidados y responsabilidades con la otra persona. En este hermoso círculo que mis hermanas y yo hemos comenzado, procuramos no tener reglas, sólo escuchar, contener, consolar, apoyar, aconsejar cuando se requiera, pero sobre todas las cosas, AMARNOS y estar todas para todas.

Para mí fue muy difícil crecer con un trastorno mental que me obligaba a quedarme en cama, también fueron difíciles los años que pasé tomando medicamentos, antidepresivos, ansioliticos, anticombulsivos y estabilizadores del estado de ánimo. Hubo momentos oscuros de tentativa de suicidio, pues no me parecía que la vida que vivía fuese una vida con la que quisiera continuar, quería terminar con mí sufrir.

Hoy me siento inmensamente afortunada del amor moderno que profeso, de las hermanas que me he encontrado y de todo el cariño, amor, cuidado y también enojo, porque estamos enojadas pero no estamos solas. Y esa es otra cosa del amor moderno, que incluso en medio de la furia, del fuego, de la manifestación, todavía nos estamos cuidado, cuidando que nada le pase a la otra, aunque ni siquiera sepamos su nombre.

Las conversaciones que no tuvimos

—Todo el tiempo estás pensando lo peor, con razón vives de ansiedad, tan acostumbrada a respirar de esa energía renovable.

Que si cuando salga a caminar se enamora de otres, que se encuentre a alguien mucho mejor que tú.  No es difícil hacerla reír, tú lo haces todo el tiempo, seguro llega alguien que lo haga mejor que tú, porque siempre hay alguien mejor que tú ¿no es cierto? Mejor que tú… ¿En qué sentido?

—Alguien más guapa. Más delgada. Más inteligente.

—No eres la mujer que quieres ser. No estás ni un poco cerca de serlo.

—Si bajo la palanca de emergencia porque estoy teniendo un ataque de pánico ¿qué dirán las otras personas de mí? ¿Se enojarán conmigo?

—Seguramente sí, tienen que llegar a su trabajo. Te van a gritar, te van a empujar hasta que te salgas. Mejor bájate en la próxima estación.

Respira.

Inhala, exhala.

—Ya no quiero estar aquí.

—Por favor no te pongas a llorar. No aquí.

—Pero nadie me conoce, no me van a volver a ver.

—Cierto, pues sácalo. Déjalo fluir.

—Sino me subo al metro no llego, me van a regañar por estar llegando tarde y muy probablemente me despidan.

—Hace tres años, cuando mi tía quiso hablar contigo seguramente quería hablarte de que fumas. De que estaba preocupada. Si supiera que solo así puedes aprender a vivir. Que antes con las medicinas te volviste como un zombie, que no sentías nada, ni siquiera ganas de reír. El estómago hecho mierda. Náuseas y vómito.

—Seguramente estará decepcionada de mí, también mi otra tía, mi abuela, toda la familia. Mis padres. Pude haber sido una mejor hija, una mejor hermana, una mejor tía. Y aunque todos ellos me dijeran que lo soy, no les creería. Ni una sola palabra.

Cuando la gente conversa conmigo siento que lo hacen por obligación, que realmente no quieren estar ahí. Que preferirían platicar con alguien más interesante.

—¿Qué vas a saber tú de la vida?

Estás aquí y tienes que acostumbrarte a esta realidad.

—Quiero que me desconectes. Yo no puedo hacer eso. Ya no quiero estar aquí. Te lloro y te lloro y te lloro, te suplico noches y días, que no quiero estar aquí y no me dejas irme.

—Porque sabes que los destruirías. No creo que tus padres superen tu partida. Todo el mundo pensaría que pudieron haber hecho algo para ayudarte cuando la realidad no es esa. No habrá nada que pudieran hacer o decir para hacerte cambiar de parecer. Que todo esto no puedes hablarlo con nadie. Excepto conmigo.

—¿Por qué insistes en quedarte?

—Supongo porque creo en ti. Porque me alimentas, porque me haces reír, porque me amas, aunque creas que no sabes amar, lo haces, a tu forma. Me moldeaste, me acostumbraste a rescatarte, a darte respiración de boca a boca, a correr detrás tuyo, a meterme al mar aunque no supiera nadar.

Porque me dejas ser. Porque tratas de no tener miedo cuando te muestro mi mundo, así como lo hago yo con el tuyo. Porque al final todos se irán, no quedará nada de ninguno, sólo tus huesos y los míos, tu carne flácida con la mía.

—¿Flácida?

—Es una palabra que usas regularmente cuando tocas mi cuerpo, pensé en usarla para que la escucharas, porque generalmente solo la escupes sin saber el daño que causa.

Todo esto que nos dices, las conversaciones que no existen más que en nuestra cabeza. Lo haces todo el tiempo. Nos obligas a vivir en constante dolor. Haciéndonos sentir que no somos lo suficientemente buenas…

Buenas ¿Para qué o para quién? ¿Para nosotras?

Es cierto, no eres buena contigo, ni conmigo.

Con los demás sí. Con otras personas no tienes problema en decirles todas las cosas para las que son buenas.

Pero contigo misma.

Eres voraz.

Ayunas deliberadamente y nos enfrentas. Como si fuésemos el único pedazo de carne disponible…

Y nos vas mordiendo aunque sigamos vivas.

Porque sigues pretendiendo que estamos muertas.

Que no tenemos nada por vivir.

Y tal vez sí se encuentre con alguien más guapa, inteligente, un hombre, mujer, ente, espíritu, energía.

Y qué.

Tú y yo seguimos aquí.

Aunque me niegues, aunque me ignores y no me hables. Y sigas teniendo conversaciones ficticias que nadie escucha. Y me hagas sentir como si estuviera loca. Y me castigas y me ofendes. Y me haces repetir todas las cosas que no somos…

Sigo aquí.

Porque el deseo de la mujer que quieres ser no te abandona, sigue vivo gracias al fuego que eres, que desprendes, que te explota.

Porque eres voraz.

Nos muerdes pero no nos matas, torturas. Nos arrastras hasta a ti. Como si fuese una presa.

Eres ambas cosas.

La que te sostiene. Y la que te quiere dejar ir.

La que te cura la herida, quien te la vuelve a abrir.

La que no quiere que te mueras. Quien te empuja por la ventana.

La que llora desconsoladamente. La que te cubre la boca.

Quien te ahoga el llanto, quien te pide que lo dejes ir.

Nos jalas hacia ambos extremos, abriéndonos a estirones.

Esperando ansiosamente a que algo bueno salga de todo el daño…

—Sobrevivir hasta encontrarnos con la vida. El latido materno


Diálogos escritos que desconocen el sonido de nuestra voz

Pequeña Mónica

Mirada perdida eres constante,

el rostro erosionado al que tiendo a regresar,

la voz que he olvidado, la que dolorosa se arrastra por mi garganta,

la angustia,

el dulce e ingenuo salto que pisa piedras y cruza charcos,

un ente eterno, a veces quieto…

*

Un grito en la distancia, una rodilla raspada,

el frágil cuerpo suicida…

Te debo tanto… Todo lo que fuiste me lo diste,

quieta de pie, jugando con tus manos,

quebrada por no haberme dado más.

*

Te escribo algunas noches, esperanzada con que algún día regreses a leerme,

te miento entre palabras para que creas que aún hay cosas que puedes cambiar.

No las hay, te enterarás al final de todos los cuadernos,

que nada de lo que hiciste fue excusa para tocarte,

que aquél cuerpecito quieto no tuvo culpa de absolutamente nada.

*

Está bien estar enojada, aunque sé que te obligo a sonreír,

a que rías, a que juegues, a pretender que nada aquí ha pasado,

solo para que por un momento podamos pretender que aún nos quedan carcajadas,

cuentos por leer, regalos por abrir…

*

Tengo una deuda contigo.

Y levantas la cara, con esos ojos negros bien abiertos y cansados.

Porque hemos vivido lo mismo una y otra vez ¿no es cierto?

Y me rompe, me mata,

saber que crecerás con esa angustia de creer que todo es tu culpa.

Nada lo fue.

*

Cuando nos dijeron que por nuestra culpa peleaban, no era cierto,

cuando nos dijeron que si decíamos algo, nos mataban, no era cierto,

cuando nos dijeron que lo merecíamos, no era cierto,

cuando nos asfixiaron para que no se escuchara nuestro llanto…

Mi niña, si no pudimos correr, o morderle, o empuñarle un cuchillo, no es ni nunca será nuestra culpa.

*

Es la sombra que no nos permite hablar,

la que no nos deja crecer,

la que nos obliga a vernos todo el tiempo sólo para confirmar que todo esto es real.

Y que no podemos escapar.

No hay lugar en este mundo en el que puedas esconderte.

*

No sé qué quieras a cambio.

Hace tiempo que, o lloras a gritos, o callas.

Y yo aquí tratando de entenderte sin hablarte, sin contenerte, ni abrazarte.

Siempre habrá un mejor lugar en el que podamos ocultarnos

pero ya pasó el tiempo de buscar.

No es momento de cerrar los ojos y perderse en el lienzo de nuestra pintura.

Está muerto.

Y su horrendo cuerpo no volverá.

*

¿Te he dicho que cada vez que estoy con un niñx me acuerdo de ti?

Y hago todas aquellas cosas que sé que queríamos pero no pudimos obtener.

*

Te avisto cuando camino por las calles, son mis momentos favoritos,

aquellos en los que jugamos a no pisar rayas, a que el suelo es lava,

instantes gloriosos en los que casi puedo tomarte de la mano,

entonces desapareces…

*

Daría lo que fuera por escuchar el sonido de tu voz diciendo: te amo.

Porque mi pequeña Mónica, yo te amo también.

Carta del día: La Muerte

La Muerte

“Para despertar hay que nacer, para nacer hay que morir” 

Más que muerte significa cambio. Muerte del “yo” y apertura a otros estados de conciencia. Liberación. Desprendimiento. Fin irremediable de alguna circunstancia en la vida. Muerte al pinche patriarcado. 

Nos habla del momento preciso en que renunciamos a las antiguas máscaras que creíamos nos protegían y permitimos que la transformación del ser se produzca. 

Son tantos años que hemos vivido bajo el control de una mala construcción, que es la única forma en la que creemos que podemos vivir. Todo este tiempo bajo el control del ego que llegamos a creer que nada más existe. Porque lo único que conocemos es esta máscara. 

Entonces aquí vemos reflejada una época de cambio (siempre y cuando queramos que se produzca, porque ya hemos “despertado”) Es momento de deshacerse de viejos hábitos y rigideces para permitir el afloramiento de una vida nueva.  

No debemos permitir que nos invada el miedo. Un cambio no es sencillo y requiere de esfuerzo, lágrimas, dolor. Pues hasta del dolor más fuerte emerge la fortaleza de nuestro nuevo ser. 

Carta del día: 10 de pentáculos

10 de pentáculos

Todo tiene un sentido. Protección de la familia. Estructura en una empresa en la que trabajas donde tienes seguridad. Equilibrio. 

Una de las cartas menores más simbólica y en la que se superponen más significados. Superficialmente la carta representa el hogar establecido. El mundo cotidiano que contiene una magia mayor de la que ninguno de nosotros puede ver habitualmente. 

¿Cómo es tu vida familiar y tu relación con tu hogar? Muchas veces la bendición de poder tener una estructura bajo la cual vivir, nos pasa desapercibida. ¿Estás satisfecha con las estructuras actuales de tu vida? ¿Cuál es tu definición de éxito y cómo esta misma definición se relaciona con tu vida actual? 

La vida es dinamismo, no somos las mismas personas en todas nuestras etapas, ni siquiera en un mismo momento. La definición de tu propio éxito personal y espiritual tal vez haya cambiado con el tiempo. Siempre hay espacio en la vida para crecer y cambiar. Es posible ser expansiva (efusiva, extrovertida) al mismo tiempo que sentirte estable. Encuentra tu centro y cuando sientas ansiedad regresa a él.

Carta del día: El Juicio/ Judgment

El Juicio

Un Arcano Mayor con un significado especial: un llamado a efectuar cambios importantes que transcienden a la comprensión. Renacimiento. Vida eterna. Un nuevo comienzo lleno de revelaciones. 

Si te aparece esta carta en una lectura, te encuentras ante una oportunidad valiosa de trascender. Indica también terapia, compartir con otros. 

Seguro en algún momento de tu vida te has encontrado en una encrucijada (la cruz en el estandarte, la cruz de la crucifixión) donde se te exige una decisión sobre si has de hacer o no un cambio importante. Y en ocasiones puede parecer como si algo interior ya hubiera decidido, y la única opción que te quedara fuese seguir adelante con la acción apropiada. 

La carta se llama El Juicio porque, como la Justicia apunta a ponerse de acuerdo con la experiencia pasada, como un paso necesario para trascenderla. Con la Justicia, la experiencia y la respuesta eran personales y se basaban en las acciones de la persona en el pasado. Aquí, una fuerza mayor que nosotros mismos es la que nos orienta y nos llama, y el Juicio no es simplemente una evaluación del significado de la propia vida, sino de la verdadera naturaleza de la existencia y de cómo nosotros y todos los seres humanos somos parte de ella. 

En la carta se observa un ave divina que invita a los murciélagos a unirse a ella en la liberación. Así como los murciélagos, ya no tienes por qué vivir en la oscuridad cuando sientes el llamado de “la luz”.

El Juicio nos recuerda que no hay liberación personal. Cada ser humano es parte de la raza humana, y, por consiguiente, es responsable de la evolución de la misma. Nadie puede ser verdaderamente libre mientras haya alguien que esté esclavizado. Al mismo tiempo, cualquier liberación individual nos libera a todos. 

Independientemente de lo que esté pasando en tu vida, sientes dentro de ti un impulso o llamada interior que te mueve a hacer un cambio importante. El cambio puede referirse a algo mundano o inmediato o a una variación total de la visión de tu vida. Lo importante es la llamada. De hecho, tú ya has cambiado, las viejas situaciones, tu antiguo sí mismo, se ha extinguido ya, y ahora es cuestión simplemente de reconocerlo.