Verde, amarillo, morado. Colores brillantes y escandalosos inundaron la atmósfera. Papeles de color blanco, rojo, azul, eran expulsados desde el cielo hasta nuestros cuerpos terrenales. Había una silueta familiar acompañándome. Tuve que empujar a la gente para salir. Respiración entre cortada, falta de oxígeno, manos acalambradas y sudorosas, un enorme peso en mi pecho: ataque de pánico.
“Estás enloqueciendo”, me dije en el baño, mirando mi reflejo en el espejo, tratando de ignorar tu presencia y recuerdo. Porque no estás aquí.
El otro día tuve un sueño, cambió de significado en el momento en que desperté. Existe un lugar sagrado al que recurro ansiosamente cuando las cosas no me salen bien. Es cerca del pueblo de Papá Toño, una colina cubierta de trigo desde donde él me observa. He querido tanto llegar hasta la cima, junto a él.
Estábamos de espaldas tú y yo sobre el césped, tu voz distorsionada parecía decirme… “Te q..uie… no te quiero”. Realmente nunca te vi mover los labios, vestías sobre el rostro una sonrisa fingida. El anuncio a las palabras que no pudiste pronunciar.
Estruendo sobre el cielo nublado, la voz de Papá Toño resuena en eco desde la punta de la colina. “No llores, no era para ti”. Cómo saber cuando alguien no lo sea… me duele seguir así.
Volví, estaba de pie danzando al ritmo de la música, con las palabras de cada estrofa al borde de mi corazón. Hermosa silueta de cabello rizado brincando desde lo lejos, mi mente me engaña de nuevo.
Oscuridad, guitarras, dulce voz en melodía y tú, destacando de entre la multitud. “No es ella. No estás aquí”.
Y si lo fueras… ¿podrías hablarme? ¿podrías decir mi nombre una última vez? Sólo para asegurarme que no estoy enloqueciendo, que existes, que fuiste real para mí.
Derrotada, como suele suceder, te entregas a alguien y se burlan de ti.
Porque tiene sus problemas, porque no sintieron lo mismo por ti. Porque no pudiste leer entre su incongruencia, esa que con palabras disfrazaba su verdadera naturaleza:
Too damaged to love,
Too funny to ignore,
Too painful to erase,
Too proud to overcome.
Fue ahí, entre el sonido de guitarras psicodélicas que enfrenté mi realidad. Que la vida, ansiosa por aleccionarme nos obligó a coincidir en el mismo lugar.
No había colina.
Eras sólo tú, tan hermosa como existes en mi recuerdo, tan divina para simplemente olvidar. Tan neurótica y orgullosa…
“Estás enloqueciendo”, me dije otra vez.