“Aquel que se cae está diciendo: levántame” Milan Kundera.

He vivido en una constante toda mi vida o al menos desde que recuerdo; no hay un solo momento de mi día en el que no piense menos de mi o en el que no desearía ser otra persona, ó tener esto, ó tener lo otro.

Hago todo lo posible en el transcurso de mis días para que mis fallas no sean evidentes, me pongo otro tipo de ropa, me maquillo diferente, me pongo recordatorios alrededor mío, escribo anotaciones constantemente; y a pesar de mi esfuerzo para evitar caer en éstas pequeñas fallas, en mi mente se hacen presentes y es ahí, cuando aparecen, que me siento más insegura, es ahí cuando me digo: levántame. No puedo levantarme hoy.

El momento llega a nuestras vidas cuando las personas nos analizan, cuando las personas nos dan su opinión, su forma de pensar, su crítica constructiva hacia nosotros y aunque nos digan cosas positivas siempre son las negativas las que más recordamos, las que más nos cuestionan, las que nos hacen reflexionar; parece ser que al menos yo suelo recordar aquellas que me han lastimado y aunque hago lo posible por ser mejor cada día siempre llaman a mi puerta los mismos defectos.

¿Por qué no estoy satisfecha con lo que tengo?

Hay días en los que nos encontramos más vulnerables y necesitamos de un abrazo o unas palabras que nos hagan sentir mejor pero ¿ de verdad importa más o vale la pena enfocarse en lo negativo? ¿en nuestros defectos? ó ¿son esos defectos, esas pequeñas fallas las que nos moldean y nos transforman en nosotros mismos? y si es así ¿ por qué al menos yo trato todos los días de esconderlos, de matizarlos, de bloquearlos o de fingir que no están ahí?

Porque en nuestra mente todos soñamos con ser perfectos.