Me siento dentro de un cuarto a pensar en todas las cosas que estoy haciendo mal, todos los momentos en los cuales no he tomado las oportunidades por temor, por falta de valor, porque no me da la gana.
Por alguna extraña razón siento que tengo la peor de las manos al jugar el poker y saco las peores cartas, no tengo con qué defenderme y pierdo. Pierdo en la más alta de mis apuestas, pierdo todo.