Mi cabeza sumergí en el agua durante un buen rato, sólo para saber si en el fondo de ella podría encontrarte o hacer que al menos me mirases a los ojos. Nada.

La vida se ha vuelto monotonía, ni amarga ni dulce. Desearía algunas veces alejarme de todo y encontrarme a mi misma nadando en algún arroyo, caminando en algún desierto, recostada sobre alguna pradera; lanzando rocas en el fondo de mi único océano.

Imaginación que vuela y que me cuesta trabajo hacerla regresar hasta tocar tierra, me hace perseguirla y verla hacerse daño ¿ Entiendes lo que es eso? que imágenes dentro de tu cabeza se vuelvan un recuerdo constante de algo que se ha olvidado en el tiempo. ¿Por qué el daño? No lo logro entender.

Minutos que suceden tan rápido por las mañanas, tan lentos cuando anochece y en lágrimas las madrugadas que no dejan dormir, con la yema de mi dedo escribo tú nombre con el roce del viento y la oscuridad de la noche ¿puedes leerlo?, ¿puedes sentirlo?, ¿puedes vivirlo? No soy nadie para enviar un mensaje a quien no quiere recibirlo.

Yo lloro, yo grito, yo alucino, yo ahogo mis lágrimas al morderlas con la almohada, yo trato de no pensarte, yo trato de no verte pero logras aparecerte siempre ¿cómo lo haces?, no haces nada porque mi absurda labor es hacerte presente.

En la palma de mi mano un mundo se formó, nunca supe si fue real o solamente mi imaginación. Como todo en la vida, se fue volando en busca de un lugar mejor, acampó durante la noche rozando su cuerpo entre los rosales hasta sangrar de él la imágen de la mujer que un día amó, se recostó sobre una roca mirando a la luna a quien prometió jamás habría de regresar. Mi propio mundo construido se ha marchado dejando la palma de mi mano sin su maliciosa y arrogante presencia; parecía muy confiado al principio y ahora solo queda lástima. La palma de mi mano se vio forzada ha cerrarse sin dejarse respirar.

El fin de mi mundo se fue sin tomarme en cuenta. El principio de mis próximos días se verá beneficiado por su rotundo JAMÁS.