| En un pedazo de papel de Colombia |

Esta es la carta que menos quiero escribir. Solía creer que pensar en ti era una pérdida de tiempo, entonces ¿para qué escribirte? sería demasiado esfuerzo tirado a la basura.

Te odio, creo que eres realmente a la única persona que desprecio. Te deseo la muerte aunque ya estás muerto. Deseo que alguien te traiga de nuevo a la vida, sólo para que pueda matarte. Incluso existe un cuento inconcluso sobre esto, mi fantasía de traerte de vuelta sólo para que puedas sufrir tu muerte una y otra y otra vez.

¿Sabes por qué quiero hacer esto? Porque te odio, porque tu hiciste lo mismo conmigo. Tu me asesinaste una y otra vez cuando me tocabas, cuando ponías tus asquerosas, sucias, sudorosas manos llenas de morbo sobre mis hombros.

¿Cómo pudiste hacerle eso a una niña de cuatro años? ¿Cómo pudo provocarte deseo un niña de cuatro años que jugaba a las escondidas en tu patio? Maldito hijo de puta. Te odio, te odio, te odio. Porque me hiciste y convertiste en esto. Me obligaste a tocarte, a jugar contigo, a tener “nuestros secretos”, aunque estoy segura que tu esposa lo supo todo el tiempo. Recuerdo sus miradas con culpa, como pidiéndome perdón, diciéndome con sus ojos que escapara. Todo sin decirte una sola palabra, sin detenerlo.

Me das asco, gracias a ti muchos hombres me provocan repulsión. Especialmente los que se parecen a ti, y qué bueno. No deseo nunca encontrarme con otro hombre al cual tenga que referirme como “Don”.

Don Nadie. Puto cabrón.

Me pregunto cuántas chamacas tuvimos que sufrir lo mismo, todo gracias a tu puta condición, tu puto deseo. Estoy segura que muchas más vivieron lo mismo. Y tú con esa “dulzura” para acosar a niñas chiquitas, para que posaran. ¿En las noches te masturbabas?, cuando ya no te pudiste acercar, miraste todas esas fotos de mi ¿verdad?

Te odio y qué bueno que estás muerto. No más niñas que sufran de esto. Ojalá pudiese hacerte sentir esto, ¿puedes creerlo? treinta y un años y todavía pensando en ti, en el puto cabrón, amigo de mis padres, ese a quien le llamaban “compadre”, el que me tocó y abusó de mi, que me ponía a masturbarlo en el baño… quien me destrozó la vida. Me detuve tantas veces a escribir esta carta porque pensé que lloraría, que sufriría, que me haría muy infeliz. Lo único que siento es coraje.

Coraje porque lo dije y no me creyeron,

coraje porque me hice sufrir,

coraje porque creí en tus palabras,

coraje porque alguna vez confié en ti,

coraje porque me hiciste creer que mis padres no me querían,

coraje porque creí en tu forma de querer,

coraje porque no fui lo suficientemente fuerte para realmente cuidar de mi,

coraje porque sigo creyendo que no soy lo suficientemente fuerte para cuidar de mi.

Y aún te odio y no voy a perdonarte, jamás voy a olvidar lo que me hiciste, pero voy a perdonarme a mi, voy a luchar por esa niña de cuatro años que aún existe dentro de mí. Voy a entender que la vida es como es y que existe gente basura como tú, voy a identificar a gente mierda como tú.

No puedo permitir que ganes y no lo harás. Voy a hacer hoy lo que no pude hacer cuando tenía cuatro años, voy a tomarme de la mano y saldré de ese baño, gritaré tu nombre, el de mi madre, el de mi padre, mi hermano, hermanas… Voy a salir adelante. No voy a ser infeliz ni miserable.

Pero a ti te odio, hijo de puta. A ti siempre te voy a odiar.

19-feb-2018

1 thought on “| En un pedazo de papel de Colombia |

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *