| Gun/Shy |

 

Las estrellas se iluminan con la velocidad de mis pensamientos, tintinean cuando les acerco la yema de mis dedos, brillan desplazándose sobre mis lágrimas preguntándome cuándo iré a visitarlas. Saltar.

Siento electricidad a través de mis células, se conectan con el cristal de sus ramas, se disparan y recorren un camino, mis venas, se iluminan con el sonido grave que provoca mi corazón, el sensual ritmo de mi corazón y mis venas, el respirar de mis pulmones oxigenándome. Despertar.

Siguen mirándome, preguntándome a dónde voy, les canto una canción y una voz me llama a lo lejos, no quiero escucharla, silencio. Y pienso, todo me lleva a este momento, cada una de las cosas que he hecho, las promesas incumplidas, el suave lenguaje de tu cuerpo, el amanecer a mi espalda, el nacimiento y la caída del Sol.

El viento danza sobre las hojas del árbol, huelo la lluvia, las estrellas me hablan, el nacimiento y la caída del Sol, el viento desplaza a las hojas de otoño que caen sobre mi rostro recargado en el corazón del césped, de la tierra, latimos al unísono, nos arrullamos en el abrazo de la noche, nos acaricia, me puedo ver sonreír. Cierro mis ojos, quiero sostener este momento, guardarlo dentro de mi memoria, la melodía que produce el viento a través de las hojas, el tiempo. Las estrellas siguen mirándome desde lejos, te desapareces en la oscuridad de mis rincones.

Tus poros abriéndose al contacto de la luz del Sol que se entromete en mis cortinas, la blancura de tu piel, tus vellos rubios contoneándose a las olas de mi respiración, las estrellas siguen mirándome y como sombra te alejas, no puedo respirar. Tu sonrisa

Todos los años llevándome a este momento, y tiemblo de miedo.

El frío se atraviesa en el jardín alentando el ritmo de mi cuerpo, las hojas de otoño que danzan con el sensual latir del corazón, las estrellas siguen mirándome, desprenden de si cristales que se evaporan con el contacto del fuego, se conectan con mis ojos, mis ojos hinchados y remojados, obligándome a detenerme, las estrellas siguen hablándome y te apareces ahí, con mis piernas dormidas y mis labios entumecidos, perdí mi voz.

El azul pintado con líneas blancas y verdes que se escurren dentro del color de tus ojos, tus poros abriéndose al contacto del agua que escurre por tus caderas, ligeras líneas que avanzan como la sangre en mis venas, el hermoso vello imperceptible de tu rostro que avanza hasta tu cabello, igual de rubio, igual de rubio, el nacimiento y la caída del Sol.

Todos los años llevándome a este momento, y tiemblo de miedo.

Me volteo para escuchar el sonido de tu corazón, ¿danzará igual de rápido? Tu sonrisa desvaneciéndose de entre el brillo de las estrellas, las hojas de otoño han dejado de danzar y me concentro en el sonido de mi corazón, el ritmo sensual de tus pasos cuando te acercas, tu cabello escurriéndose sobre la almohada. No repetiré lo mismo ¿para qué? Como sombra alejándote, desapareciendo entre los autos. Mis ojos remojados, tu sonrisa.

Hay pinturas en el cielo, la luz nace desde el fondo del césped, amanece. Las estrellas siguen mirándome y se ríen, el sonido de tu risa, el chasquido de tus dientes. El suave contorno de las hojas de otoño, muertas, el frío expandiéndose a través de mis pulmones, el suave movimiento de tu respiración, el corazón de la tierra se ha silenciado, mis ojos duermen, la luz del Sol escurriéndose a través de mi ventana, tu piel blanca, mis ojos hinchados. Tu sonrisa.