| Las historias que me inventé antes de llegar a casa |

La de zombies

Estación: Centro Médico

Hora: 20:30

Se abren las puertas del vagón, una mujer de veintantos, cabello negro y lacio, ojos grandes, negros, boca pintada, chula y guapa, sale de entre las puertas. La estación vacía.

Dora camina con el ritmo de la música proveniente de sus audífonos, The Cure es lo que suena, le cambia, no quiere escuchar más esa canción “Pictures of you”, prefiere tener recuerdos “buena onda”, ¿si? (tuerce la boca, mira a la cámara)

-¿En verdad quiero recuerdos buena onda?-

Se despavila, cambia la canción: Depeche Mode.

Pasa el reloj, sigue sin haber nadie, mira la hora: 8:33, no es tan tarde, piensa.

-No es tan tarde, piensa, da una pausa, medita, si no es tan tarde,¿por qué no hay nadie en la estación?- mira a su alrededor- ni siquiera del otro lado, interesante…- Frunce el ceño, encoge los hombros, le sube de volúmen a la canción: Just can’t get enough.

Pasa a través de los torniquetes, nadie en la taquilla, voltea hacia atrás, no ha vuelto a pasar ningún otro tren.

-Esto me recuerda a la vez que fui con Alfred a ver Resident Evil en el cine, salimos de la sala, era función matutina, no había nadie. Cuando salimos del cine llegamos a Avenida Universidad, vacía. Pensé “seguro son los zombies”-

Subió las escaleras de manera apresurada, la idea de los zombies aturdió su cabeza, salió de la estación y miró a su alrededor.

-Mira eso, no hay puestos, ¿qué hora es?- mira a su reloj, no lo trae puesto, la canción termina, Amy Winehouse aparece, Dora no quiere malacopear y decide cambiarle de nuevo a la canción. El cable de sus audífonos se ha enredado con el velcro de su mochila, arranca el cable del iPod permitiéndole escuchar su alrededor.

Silencio. Aún más extraño, de pronto un quejido. Un quejido a lo lejos.

– Fack, fack, fack- dice

Se hecha a correr, logra hacerlo por cincuenta metros, después se cansa, camina de manera apresurada.

-No mames, no mames, no mames, no mames, no mames, tienes que lograrlo, por favor tienes que lograrlo, como esa vez que creiste que no lo lograrías y que te harías del baño antes de llegar a casa y ¿qué paso?… ahh si, meé en la esquina de una casa, no importa. Por favor corre pendeja, corre hija de puta, ¡corre!-

Mientras corría se cagaba de risa recordando la historia de cómo había meado en la casa de la esquina. (Mira a la camara)

-Fisiologicamente imposible, por cierto, cagarse de risa, digo- apresura el paso.

Mira la esquina de la calle Tonalá, cree que lo está logrando…

-No me mates hija de puta-

Un señor aparece en la esquina, es el señor de los jugos, se le aparece con ese quejido, le mira los ojos.

-No mames, ¿por eso me hiciste recordar la historia de los zombies? fack. fack fack-, corre de lado izquierdo, tumbando el puesto.

-!Es un carrito de super!-

Escapa del zombie.

-Entonces sí es un zombie…-

Baja el paso, divisa Avenida Monterrey, mira a su alrededor, nadie. Decide reposar y recargar las palmas de sus manos sobre sus rodillas y tomar aire. Dora no entendía que era importante que conservara una condición fisica apta para cualquier tipo de emergencia.

-Ja, emergencia, no mames-

Sigue caminando. Llega a Avenida Monterrey, lo mismo, vacío. A lo lejos mira a una persona caminando, acercándose a la calle donde ella está parada, es pura sombra. Cabello largo y ondulado, caminar pasivo, de tacón alto. Mientras cruza la calle Dora la mira, vestido blanco, transparente a la luz de la luna, cabello largo y dorado: Estela.

Estela es el crush de Dora.

(Mira a la cámara)

-Vestido blanco transparente a la luz de la luna- se muerde la mano en forma de puño – gracias-

El caminar de Estela es lento, como el movimiento de su cabello al ritmo del viento. Dora la mira acercarse a ella en cámara lenta, al sonido del palpitar de su corazón.

-Espera, si esta es la escena en cámara lenta y está a punto de iniciar “la historia de amor” esto sólo quiere decir una cosa…-

Estela es entonces atacada por un zombie que sale de entre un arbusto. Grita.

-¡Ah!- grita

Dora corre a su encuentro y de la nada saca una daga, la daga que guardaba en su mochila en caso de cualquier emergencia.

(Mira a la cámara)

-He evitado estaciones del metro como Bellas Artes y Chabacano para evitar inspección forzosa de cámaras- en tono agudo- worth it!-

Dora ataca al zombie de una puñalada, el zombie es medio pendejo o muy mal actor, porque muere de manera inmediata, permitiendo así a Estela vivir y ser rescatada por Dora, quien ahora la levanta del piso. Por alguna razón, Estela ha desmayado y se encuentra tirada en el piso.  Dora se agacha a su lado y pone su brazo atrás de su cabeza, levantándola suavemente.

– ¡No!- dice Dora- ¡Torito!- grita con fuerza mirando hacia el cielo, que es en realidad una cámara .

Estela abre los ojos.

-¿Quién es torito?- dice en susurro

-Nunca lo entenderías- la mira profundo a los ojos- ¿Estás bien?-

-Sí, lo estoy-le responde ella con una sonrisa. -Gracias por salvar mi vida, dime ¿qué es lo que te gusta?-

-No hay tiempo para eso-

Ambas se ponen de pie apresuradamente, tomadas de la mano atraviesan Avenida Nuevo León y se dirigen hacia Avenida Baja California, sólo dos cuadras más para llegar a casa.

Dora se detiene en Avenida Baja California y Monterrey, mira el semáforo, no vienen autos, corren de manera apresurada, al hacerlo Estela lesiona su tobillo. Grita.

-¡Ah!- grita, se tira al pavimento.

-¿Estás bien?- le pregunta Dora y se agacha con ella.

-No, déjame aquí, ya estoy muerta- comienza a llorar

-No podría dejarte aquí, escucha…-

Mientras dice eso escucha quejidos, quejidos fuertes y cercanos, provienen de la taquería “Los Parados”, de entre los trompos de pastor salen los taqueros: Don chucho, don beto, el paisa y roberto, todos convertidos en zombies.

-¡No!, ¡no don chucho!, ¡no usted!- grita Dora de manera dramática.

-Déjame aquí-vuelve a decirle Estela. Dora voltea a mirarle dulcemente.

-No podría dejarte aquí aunque quisiera, me gustaría salir contigo- le expresa Dora.

-Me gustas, pero no tanto- contesta Estela

(Dora mira a la cámara)

-¿Me gustas pero no tanto? ¿esta es la jodida historia de amor en la que me pones? ¿qué carajos?-

Dora ignoraba que era así como había ocurrido en la vida real.

Dora corre, patea a Don Chucho, taquero estrella, apuñala a Don Beto, aquél que cierta noche de marzo no quiso venderle treinta tacos.

Corre de manera desenfrenada y escucha los quejidos acercarse más y más, abre la puerta de la entrada a su edificio, sube las escaleras, abre la puerta de su departamento, la cierra, pone seguros y respira.

Silencio de nuevo. Comienza a caminar.

-¿Dude?- pregunta mientras se acerca a la sala, puede ver la puerta del cuarto del dude abierta, con la luz prendida.

-¿Dude?- vuelve a repetir. Un quejido. Atrás de ella. Voltea.

El dude la mira con ojos rojos como el fuego de mordor, dientes apestosos y verdes con ganas de comerle cada gramo de cerebro.

-¡ah!- grita, saca la daga de su bolsillo trasero y lo apuñala levemente, lo avienta y corre a su cuarto, abre la puerta y en la oscuridad del cuarto divisa a “Vaquita” su gatita.

-Vaquita, nos tenemos que ir a la chingada- dice entre suspiros por la carrera y el hecho de que no tenga nada de condición física.

-¿Vaquita?- repite con miedo. Vaquita bebé está en la esquina del cuarto, mirándole con ojos ojos, rojos como el fuego de mordor.

-¡No!, ¡no vaquita bebé!., ¡esto no está pasando! ¡no!- inserte referencia a programa Expedientes Secretos X, temporada 8, episodio: Esto no está pasando, grito de Scully.

Fin

1 thought on “| Las historias que me inventé antes de llegar a casa |

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