|Tadzio, Luka y Anaís|

Tadzio, Luka y Anaís tienen pocos recuerdos de su madre, sobre todo la pequeña, no recuerda nada de ella.

Todos decían que Tadzio era el más afortunado, había olvidado a su madre a la edad suficiente para recordarla, y habían pasado grandes momentos juntos, grandes risas, grandes besos. Tadzio era justo como su madre lo había imaginado y aún más bello, mucho más bello que en todos sus pensamientos.

Nació sin quererlo, cuando su madre, Sofía, tendría 22 años. Ella nunca le mintió al respecto, siempre le dijo “Mi querido Tadzio, que no te engañen los demás, tal vez tu no fuiste pensando pero has sido amado por mi, has sido todo lo que he querido que seas y más, el cielo me ha pagado contigo y a ti siempre te voy a recordar, siempre” Esas eran las palabras que Tadzio siempre recordaría, ¿cómo es que nunca lo iba a olvidar?

Tadzio no vivió mucho tiempo con su madre, tuvo la edad suficiente para verse como querían que se viera, blanco como la leche, como la misma leche de su madre, rubio, aún más rubio de lo que sus padres solían ser, y con las facciones finas, de niña, de madre, de su amada madre. Todas aquellas adineradas parejas solían pelearse por Tadzio, todos amaban a Tadzio y Tadzio se fue con quien lo pudo criar bien.

Luka fue otra historia. Su madre y padre se habían conocido tiempo después de que ella se olvidara de Tadzio y emprendiera su carrera como actriz, habían tenido el dinero suficiente para entrar a los círculos sociales de la época en donde la juventud no tenía que ser bella para poder estar ahí. Sofía no era una gran belleza pero dislumbraba, como una luz lejana que te cuesta trabajo ver pero que una vez que encuentras no puedes dejar de caminar hacia ella. Así fue como ella y Gregorio se conocieron.

Sofía se enamoró de Gregorio y a él le tomó tiempo enamorarse de ella, compartían grandes momentos juntos pero no los que Gregorio  imaginaba podría pasar con una  de las mujeres de las cuales su familia solía hablar. Sofía lo había cautivado y antes de que se rompiera el hechizo ambos acordaron en que tendrían al niño. Gregorio insitió en llamarlo Gustavo, ella quiso Luka, Gregorio nunca lo entendió.

Luka resultó ser el fino rostro de su padre con los ojos del padre de Sofía, tenía todo para ser el príncipe que Sofía deseaba que fuera, cuando fuera grande, cuando tuviera edad. Sofía había creado en Luka grandes planes, planes aún más grandes que los que su padre tendría de sí. Vivió  erroneamente enamorada del varón al que había cargado por nueve meses, ella aún pensaba en su Tadzio, en el más hermoso de todos los hijos que una madre podría tener.

Para llenar su vacío Sofía decidió concebir otro hijo, el momento justo en el que ella y Gregorio no se podían ver. Las diferencias que antes les parecían graciosas y simpáticas habían terminado por volverlo loco, no soportaba la idea de que Sofía estuviese riendo por las mañanas y llorando a lado de su cama por las noches. Desvelado por noches enteras solía preguntarle qué era lo que pasaba y Sofía nunco dijo nada, nunca le dijo que lo amaba como ella pensaba algún día debía de amar a otro hombre, pero que él no estaba con ella, nunca estaría con ella.

Sofía tuvo a Anaís cuando Luka tenía sólo dos años. Era de cabello claro y lacio, con sus grandes ojos claros pero la mirada caida como solía tener Tadzio, como si esa pequeña supiera que algo malo habría de suceder. Sofía no pudo mirarla, no pudo alimentarla, el sólo acercarse a la cuna o escucharla llorar le recordaba al dulce llanto de su primogénito, del niño al que tanto amaba y al que tuvo que dejar, por su bien, por su carrera, por su dinero, por quien ella ahora no era. Sofía tuvo que ser internada por Gregorio y Anaís no volvió a ser cargada.

Sofía cumplió 35 años mirando a través de una ventana, con el cabello largo y graso y las lágrimas resbalándole sobre la cara. Gregorio se había casado con quien debió de haberse casado, una mujer de categoría recién regresada de españa para un puesto en finanzas del Banco de México. Luka siempre llamó madre a Sofía pero a Anaís jamas la pudo ver, con el paso del tiempo Gregorio dejó de visitar a Sofía y se estableció al sur de la ciudad con Carmina, Luka y Anaís.

Tadzio cumplió quince años tres meses después, envuelto entre gritos, bebidas, comida y gran compañia sintió que no habría nada que él pudiera hacer. Lo encontraron ahogado al día siguiente, los diagnósticos preliminares indicaron que había caído tras ingerir cantidades mortales de alcohol. Sofía solía ser alcoholica. Los padres de Tadzio no quisieron la autopsia.

 

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