A Re.
Caireles negros ¿a dónde se han ido?, son las puertas y paredes de cristal quienes los tienen sostenidos. Sonrisa fingida que te has cansado de usar, palabras vacías que tus dedos se obligan a crear.
Te han cansado los pensamientos, los gusanos que se anidaron adentro de tu cerebro y tú sabes perfectamente quién los ha puesto. Le crecieron dentro de la memoria, esa que le obligaba a soñar noche tras noche la misma historia. Ellos sólo querían ser mariposas.
Negando su destino, como aquellos que fueron obligados a crecer dentro de un cráneo para morir asfixiados por su propio cuerpo. Así tu, tan vacía, han sido las puertas, los cristales, las estrellas. Han sido las ilusiones impuestas por la historia de que un hombre podría salvarle, en lugar de rescatarse de sí.
¿A dónde vas, Recuerdo? ¿Se te ha olvidado la memoria? No la sembrada o implantada, la real, esa que te obliga a despertar de vez en cuando para hacerte respirar. Sal, pero no estás encerrada, aunque si te acercas al espejo podrás ver que tu alma lleva presa demasiado tiempo.
Y yo aquí, mirándole de lejos, implorando porque crea, suplicando que se vea. Que no se pierda. ¡Sal!
No me hagas esperar, o imaginar ese escenario, que por mí sólo queda invocarlo para destruirlo con la misma fuerza que he construido historias, sin realidades…
Alternas…
Si tan sólo pudiese ser todo lo que ha querido….
Cuando ríe, cuando escribe, cuando escucha música. Cuando bromea, cuando siente, cuando se mira al espejo.
Cuando recuerda, (abre el frasco), cuando imagina (vierte las pastillas), cuando implora. Cuando se enoja, (se traga las píldoras), cuando sufre o se enamora.
Cuando no razona, (se acuesta en la cama), cuando no se mira, (la encuentra su hermana), cuando no respira (llama a la ambulancia), cuando llora.