| Diálogos de una mente vulnerable |

Tan acostumbrado nuestro diálogo, hoy te pido venir a rescatarme.

Estira tu mano, tu toque, tus caricias. Alcánzame con tu mano, con tus ojos suaves y cristalinos. Socórreme, te lo suplico.

Aunque sé que tu mano sólo me rozará sin llevarme, déjame verte de nuevo, tan victorioso, asomándote desde la cocina para ver a dónde voy.

Somos la misma persona, excepto que tus pensamientos no te ahogan.

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