Sixto cuento es la historia de Alicia, una chica de 25 años y la historia de su vida. Uno de los personajes importantes en su vida se llama Marcela. Este es un extracto del capìtulo IV.
Capitulo IV
Me detengo un momento en mis recuerdos y cuando cierro los ojos pueda verla mirando directo a los míos, consintiéndolos y haciéndolos suyos hasta que los vuelvo a abrir. Mi marcela, mi querida y dulce marcela dime por favor en dónde te encuentras.
La imagen que tengo desde el fondo de mi infancia me sucede tan de pronto que no la puedo analizar al instante, tengo que pensarla y pensarla una vez más para que por mi mente vuelva a pasar. Tantos momentos al mismo tiempo, tantas lágrimas suplicando por un te quiero. No puedo abrirlos sin cerrarlos, mi corazón no puede abrir ni cerrar los ojos.
Solía despertar abrazada conmigo misma, recuerdo tener la cara tiesa de tanto llorar, por las noches fingía que mis lágrimas eran las únicas que me escuchaban aunque no fueran ellas en realidad otra cosa más que mi mente contestando mis preguntas. Mi mente se obligó tantas veces a imaginarte en tantas y distintas formas pero nunca en la verdadera, pero siempre estuviste ahí, siempre fuiste parte de mi, ¿cómo? Yo no lo entiendo, solo sé que cuando te vuelvo a observar luces tan perfecta, luces tan grandiosa que ninguna de las imágenes de mi cabeza pudo mostrarte justicia.
Tu presencia tan gloriosa aquella mañana en la que te vi por tercera ocasión me provocó tanto miedo y tanta vergüenza. Yo no podía imaginarme contigo, sin Manuel, conversando, yo no podría pensar en ese instante en otra cosa más que en salir de ese lugar. Lo primero que hice fue huir, lo primero que hice fue subirme a algún cuarto y refugiarme en la cobarde imaginación de que nunca nadie me querría muchos menos las personas que estaban a mi alrededor, solía imaginarte de noche como aquella imagen que se aparecía sobre mi mente para abrigarme, la imagen que nació en mi imaginación cuando pequeña y que utilizaba como el abrazo de una madre, que llegaba, que me confortaba, que me hacía sentir lo más maravilloso del mundo aunque todo fuera mentira, aunque no lo fuera, ella me hacía sentir tan perfecta que nunca más querría despertar. Allí estaba yo en el mismo espacio que la imagen que ahora la realidad había formado, cuando te miré de frente no supe qué decir pero recuerdo tanto tu atuendo, recuerdo tanto ese día, tus medias negras, tu blusa roja , tu presencia de mujer admirable y de mujer con carácter, con buen carácter, tu cabello suelto y corto, tus anteojos con toques de negro con rojo, todo aquello se me viene a la mente tan perfecto que podría jurar que estoy reviviendo el momento. Cierra los ojos Alicia para que revivas tu cuento.
Me dijiste tantas cosas que mi cerebro no puede procesar todas pero fue el momento que más recordaré porque por primera vez alguien me preguntó cómo estaba, cómo me sentía, qué era lo que hacía y qué era lo que me gustaba hacer, por primera vez en mi vida me sentí verdaderamente escuchada, como si de verdad existiera, ¿de verdad existía? ¿de verdad era yo parte de tu día y de tu vida?
Se te llenaron de lágrimas los ojos pero jamás las soltaste cuando me dijiste que Manuel era tu hijo y que tú a él lo amabas más que a nadie en este mundo, que era lo que más habías anhelado en toda tu vida, tener un hijo, tu propia esencia pero ¿de verdad lo sería? O tan solo existiría como el resto de los demás. Me miraste de frente y a los ojos – Si Manuel va a estar con alguien de forma seria me gustaría empezar con mi próxima nuera de la manera correcta porque vas a ser parte de nuestras vidas. Quién diría que tú tendrías razón, que hasta el día de hoy, tanto tiempo después tú seguirías siendo parte de mi vida, que en las noches llamaría tu nombre para que te aparecieras entre sueños y me abrigaras con un – Te quiero-
Mi marcela, mi querida y amada marcela, ahora que nado entre arena y niebla dime en dónde te puedo encontrar, ¿en el fin del mundo? ¿en la muerte de mi ángel? ¿en mi mente vacilante?, yo no lo entiendo, no lo puedo comprender, que quien haya llegado ahora tenga que volver. Tantas noches que paso, que seguiré pasando preguntándome en qué era lo que habría yo de hacer, en qué era lo que hice y que prometí no volver a hacer. Marcela, mi querida y amada marcela, no puedo dormir.
Han pasado tres días y lo que parecieran ser mil noches, el tiempo pasa tan lento cuando la pasas mal, tan lento cuando no quieres despertar, yo tuve lo que más quería, yo tuve lo que más amaba, yo tuve a la familia que tantos sueños le pedía al cielo tener, que en tantas noches maldecía por no ver, yo sentía tantas cosas y tenía tantas cosas que ahora no sé cuál fue el momento en el que las perdí, pregúntale que a mi me gustaría saberlo.
Mi madre, te ves desde mi mente tan distante que no logro alcanzarte, algo sucede que me obliga a despertar, algo me duele y no lo puedo controlar, ¿es el alma? ¿es el hambre?, ¿dónde estás ésta noche?, abro los ojos y me encuentro sola , vuelve me digo en silencio, vuelve que siento que no te volveré a ver, el despertar de mi recuerdo me implora que regrese, que regrese el amor de mis ojos que siento que parece haber sido ignorado, sus ojos verdes y su cara de niño tierno que mi corazón jamás podrá olvidar.
Marcela, mi querida y amada Marcela quiero escuchar tus palabras de nuevo, quiero sentir tus brazos de madre de nuevo, me vuelvo loca por instantes de que lo que solía tener lo he perdido y no creo volver a ver, te encontraré callada y te encont
raré tan distinta en tantas partes que no sabré si éste es tu verdadero nombre. Marcela, mi querida Marcela finge que me abrazas de noche y que no has perdido a tu hija y que yo no he perdido a mi madre, aquella que en sueños pretendía tener.
Nos volveremos a ver.