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Acabo de obtener una revelación… acordándome (estúpidamente) de los últimos momentos que pasamos juntos. No quisiste tener sexo, lo tuvimos, pero después ya no quisiste. El sexo, siempre es el sexo.

Podría decir que es un tema que me rodea, la falta de, el mucho de, el no de… siempre hay algo alrededor del tema que no me deja estar quiera, ¿es mi culpa que no tengamos sexo? en el pasado seguro que lo era, porque no me encontraba atractiva, porque no me podía ver a los ojos. Después llegaste tú y me diste esta noticia que aún no me deja dormir, no he dormido, lo he intentado pero no he dormido, he tenido que recurrir a las artes del engaño. Me han funcionado bastante bien.

Entonces si uno se esfuerza, si uno cumple fantasías, si uno hace todo lo posible por tener esa área en “mantenimiento” pero luego pensé, ¿de verdad era así? tal vez había cosas que no hacía de las cuáles nunca me di cuenta.

Necesito hablar, no puedo estar lidiando conmigo en este momento y no necesito que me digan que todo va a estar bien, que todo esto fue lo mejor. No necesito de eso, necesito que me digan qué fue lo que no hice, para hacerlo algún día, y qué fue lo que hice de más para no volverlo a hacer.

La ansiedad es el asesino serial del amor, te ahoga y me ahoga.

| Elysium |

Fue como zumbido que ignoré, me estalló en los oídos. Fue como un golpe en el pecho, como el chillido del hule contra el concreto cuando un automóvil está cerca de atropellarte.

¿Qué me queda a mi? De nada me sirve saber que he perdido, como siempre, como estoy acostumbrada a hacer. Son estas ideas las que de pronto se alejan pero que si abro la puerta se vienen a mi, sobre el cuello, sobre los ojos. Como un virus que me inyectan, como el mismo aire, ese aire que entra por la ventalla me quema mis pestañas.

Mi pecho se ha colapsado, por momentos, cuando recuerdo que no estás más a mi lado, las lagrimas envuelven mis labios, estos labios que ya no serán besados por los tuyos, te juro que me han quedado muchos besos por darte. Juro que imaginé una vida juntos pero no quería pensarla demasiado porque no quería ilusionarme, ¿era eso o el hecho de que nunca debimos empezar? Me pregunto, aquí. ahora, ¿cuál fue el sentido de esta relación?

¿Acaso fue aprender las cosas que me enseñaste? Si ha sido eso lo agradezco, con todo corazón, agradezco cada momento que me hiciste reir, que me diste un abrazo. Te agradezco el que siempre hayas cuidado de mi, el que siempre fuimos un mismo equipo, jalando para el mismo lado, luchando en la misma pelea, la pelea de una vida y metas que ahora… ahora tengo que correr sola ésta carrera.

Uno no se puede despedir con una sonrisa de saber que no te volverá a ver igual. Que lo que ha salido por esa puerta ya no volverá, no de la misma forma. El hombre que yo deje ir, ayer en la noche, a ese hombre no lo voy a volver a ver; aunque la despedida haya sido la misma que miles anteriores, fue un adios. Un hasta siempre.

Yo he cometido muchos errores en mi vida, de los cuales siempre me he sentido orgullosa; de cada uno de ellos me tengo una historia. Ahora ya me despinto las uñas y eso es algo que voy a hacer por el resto de mi vida, por el resto de mis dias, cada vez que me despinte una uña recordaré tus ojos, tus lindos y hermosos ojos, esos hermosos ojos que ya no volvi a ver.

Tú eras mi pareja, tú eras mi compañero, tú eras mi amigo, tú eras el primer pensamiento de mis mañanas, tuya era la voz que escuchaba antes de dormir. Todo iba bien y de pronto desaparecimos.

Allá van mis planes para nuestro aniversario y tu fiesta sorpresa de cumpleaños, allá van los boletos a los conciertos que no pudimos ir, todas las bandas que te quería enseñar, todas las cosas que quería que aprendieras, que sentía que debías saber. Allá van los planes de una viaje que nunca tomamos.

Quererlo, en verdad querer algo, acostumbrarte a él y cuidarlo. Nos perdimos.

¿Qué pasa después de la vida?

|Ícono| Beth Gibbons |

En mi vida considero que tengo ciertas figuras representativas, de deseo hacia mi. Yo anhelo algún día poder conocer a estas personas en algún momento de mi vida y poder decir -Hey, te admiro- Una de ellas es Beth Gibbons.

Muchos no estarán de acuerdo conmigo, pero yo considero las canciones de muchos grupos musicales como poesía. Tienen una letra encantadora, un ritmo que te lleva sentir la emoción junto con la letra de la canción. Son canciones perfectas, perfectamente en balance. A mi Portishead me encanta, es un grupo que me hace sentir, de esos pocos grupos que me maravilla por la cantidad de emoción que se esconde en sus letras, es como si te transportaran a otro mundo lleno de vibraciones tri-hoperas.

Beth Gibbons es la sustancia final a esa melancólica emoción. El pico final de la montaña, la última bocanada de un delicioso cigarro con una copa de vino tinto. La voz de esa mujer la considero maravillosa, tan única, tan distinguible, casi tangible, no encuentro yo que otra persona pueda cantar las canciones de Portishead, que pudiese escribir la canciones de Porstihead. Beth es pieza clave.

Las letras, perfecta descripción de emociones, perfecta narración de sentimientos, te evoca a ese momento o te lleva a pensar en otro. Te jala de la mano y te invita a entrar en su mundo, un mundo de emociones que no mucha gente pueda tolerar.

Muchas personas no consideran que sea sano estar en contacto con cosas que te lleven a sentirte mal o triste, pero ¿qué les puedo decir? soy una mujer masoquista, soy una mujer enamorada, soy una mujer llena de sentimientos y emociones. Me gusta tirar la muñeca.

Beth Gibbons parece ser una mujer muy común, jamás en su vida ha dado una entrevista para la tv (que yo sepa) la encuentro totalmente antisocial, aislada de la sociedad. Tan llena de sentimientos. La adoro y la admiro.

Una copa de vino para esta hermosa mujer.

|| Riverside ||

El viento toca mi rostro y me da una sensación única, me detengo a mirar hacia mi alrededor y me doy cuenta que el sentimiento que existe en mi ser en ese momento es único, jamás lo volveré a sentir.

Veo su cabello entre los arbustos, veo su cabello quebrado y claro corriendo alejándose de mi, escucho su voz, sus quejidos agudos y sus risas, el sonido de su sonrisa es el sonido más intenso que he sentido, es la música más renovadora. El mejor sonido.

Veo sus pequeños pies dando pasos apresurados, sus zapatos cafés dejan huellas sobre el pasto húmedo, sus manos acarician los arbustos y alborota el líquido que reposa sobre ellos y me moja el rostro, es como despertar con el mejor de los rocíos, son las cosas sencillas las que nos humanizan.

Lo alcanzo y luego lo pierdo y me veo ahí, junto al lago, con el peor de los sentimientos, con el ahogo de penas y llanto, con la angustia, con el pesar y el dolo. El haber perdido algo que nunca había tenido.

Me abrigo con mis propios brazos y me alejo, miro el río por una última vez, acaricio los arbustos y me mojo en su rocío pensando en todas las cosas maravillosas que hay en mi vida y no obtener lo que en secreto siempre deseé.

| Death In Menice |

Me siento dentro de un cuarto a pensar en todas las cosas que estoy haciendo mal, todos los momentos en los cuales no he tomado las oportunidades por temor, por falta de valor, porque no me da la gana.

Por alguna extraña razón siento que tengo la peor de las manos al jugar el poker y saco las peores cartas, no tengo con qué defenderme y pierdo. Pierdo en la más alta de mis apuestas, pierdo todo.

|When|

Cuando era jóven, mucho más jóven que hoy solía imaginarme muchas cosas, muchas cosas que me hicieran feliz.

Solía imaginarme feliz, lo único que quería era ser feliz. Veía a las chicas alrededor mío riendo y cantando y pensaba “yo quiero ser como ellas”, yo quería reír como ellas.

Cuando veía a las otras familias anhelaba una como aquellas, donde la mandre besara a la hija, donde la hija besara a la madre, y solía pensar que cuando creciera todo cambiaría, nada sería igual, yo podría besar a mi hija y yo dejaría que mi hija lo hiciera.

Cuando caminaba por las calles miles de cosas sucedían por mi cabeza y todas eran mucho mejor que la realidad, que mi realidad. Solía ir al bosque y sumergirme en él, solía llorar sin ningún motivo. Cuando era jóven, mucho más de lo que soy ahora lo único que quería era ser feliz y sabía que un día aprendería a serlo, a ser la chica que por dentro siempre fui.

Tenía un plan, yo quería ver crecer a mis hijos, yo solía imaginarme con alguien y quedarme ahí por el resto de mi día, para mi nunca ha sido difícil entregarme a alguien, una vez que lo hago, para mi no existe nadie más.

El problema es que cuando era jóven, mucho más joven de lo que soy ahora solía imaginarme con esa vida a mis 30 y solía pensarlo así hasta hoy… tal vez debería de dejar ese mundo que existe en mi cabeza. No puedes prometerme nada.

¿Quién eres tú y quién soy yo?

algunas veces te encuentro absorto en pensamientos que no puedo ver,

que no puedo imaginar, ni saber,

te encuentro mirando hacia la nada y me pregunto,

¿quién eres tú y en qué estarás pensando?

¿estarás pensando en lo mismo que yo?

lo dudo.

*

 

|Tadzio, Luka y Anaís|

Tadzio, Luka y Anaís tienen pocos recuerdos de su madre, sobre todo la pequeña, no recuerda nada de ella.

Todos decían que Tadzio era el más afortunado, había olvidado a su madre a la edad suficiente para recordarla, y habían pasado grandes momentos juntos, grandes risas, grandes besos. Tadzio era justo como su madre lo había imaginado y aún más bello, mucho más bello que en todos sus pensamientos.

Nació sin quererlo, cuando su madre, Sofía, tendría 22 años. Ella nunca le mintió al respecto, siempre le dijo “Mi querido Tadzio, que no te engañen los demás, tal vez tu no fuiste pensando pero has sido amado por mi, has sido todo lo que he querido que seas y más, el cielo me ha pagado contigo y a ti siempre te voy a recordar, siempre” Esas eran las palabras que Tadzio siempre recordaría, ¿cómo es que nunca lo iba a olvidar?

Tadzio no vivió mucho tiempo con su madre, tuvo la edad suficiente para verse como querían que se viera, blanco como la leche, como la misma leche de su madre, rubio, aún más rubio de lo que sus padres solían ser, y con las facciones finas, de niña, de madre, de su amada madre. Todas aquellas adineradas parejas solían pelearse por Tadzio, todos amaban a Tadzio y Tadzio se fue con quien lo pudo criar bien.

Luka fue otra historia. Su madre y padre se habían conocido tiempo después de que ella se olvidara de Tadzio y emprendiera su carrera como actriz, habían tenido el dinero suficiente para entrar a los círculos sociales de la época en donde la juventud no tenía que ser bella para poder estar ahí. Sofía no era una gran belleza pero dislumbraba, como una luz lejana que te cuesta trabajo ver pero que una vez que encuentras no puedes dejar de caminar hacia ella. Así fue como ella y Gregorio se conocieron.

Sofía se enamoró de Gregorio y a él le tomó tiempo enamorarse de ella, compartían grandes momentos juntos pero no los que Gregorio  imaginaba podría pasar con una  de las mujeres de las cuales su familia solía hablar. Sofía lo había cautivado y antes de que se rompiera el hechizo ambos acordaron en que tendrían al niño. Gregorio insitió en llamarlo Gustavo, ella quiso Luka, Gregorio nunca lo entendió.

Luka resultó ser el fino rostro de su padre con los ojos del padre de Sofía, tenía todo para ser el príncipe que Sofía deseaba que fuera, cuando fuera grande, cuando tuviera edad. Sofía había creado en Luka grandes planes, planes aún más grandes que los que su padre tendría de sí. Vivió  erroneamente enamorada del varón al que había cargado por nueve meses, ella aún pensaba en su Tadzio, en el más hermoso de todos los hijos que una madre podría tener.

Para llenar su vacío Sofía decidió concebir otro hijo, el momento justo en el que ella y Gregorio no se podían ver. Las diferencias que antes les parecían graciosas y simpáticas habían terminado por volverlo loco, no soportaba la idea de que Sofía estuviese riendo por las mañanas y llorando a lado de su cama por las noches. Desvelado por noches enteras solía preguntarle qué era lo que pasaba y Sofía nunco dijo nada, nunca le dijo que lo amaba como ella pensaba algún día debía de amar a otro hombre, pero que él no estaba con ella, nunca estaría con ella.

Sofía tuvo a Anaís cuando Luka tenía sólo dos años. Era de cabello claro y lacio, con sus grandes ojos claros pero la mirada caida como solía tener Tadzio, como si esa pequeña supiera que algo malo habría de suceder. Sofía no pudo mirarla, no pudo alimentarla, el sólo acercarse a la cuna o escucharla llorar le recordaba al dulce llanto de su primogénito, del niño al que tanto amaba y al que tuvo que dejar, por su bien, por su carrera, por su dinero, por quien ella ahora no era. Sofía tuvo que ser internada por Gregorio y Anaís no volvió a ser cargada.

Sofía cumplió 35 años mirando a través de una ventana, con el cabello largo y graso y las lágrimas resbalándole sobre la cara. Gregorio se había casado con quien debió de haberse casado, una mujer de categoría recién regresada de españa para un puesto en finanzas del Banco de México. Luka siempre llamó madre a Sofía pero a Anaís jamas la pudo ver, con el paso del tiempo Gregorio dejó de visitar a Sofía y se estableció al sur de la ciudad con Carmina, Luka y Anaís.

Tadzio cumplió quince años tres meses después, envuelto entre gritos, bebidas, comida y gran compañia sintió que no habría nada que él pudiera hacer. Lo encontraron ahogado al día siguiente, los diagnósticos preliminares indicaron que había caído tras ingerir cantidades mortales de alcohol. Sofía solía ser alcoholica. Los padres de Tadzio no quisieron la autopsia.

 

Algunas veces no recuerdo la manera en la que solíamos ser antes de todo esto, antes de que la vida nos juntara haciéndonos chocar, como dos accidentes esperando a suceder, como dos trenes que lo único en su vida que tienen para hacer es destruirse, es terminarse tan rápidamente.

Así como tú, me agradaba el hecho de no pensar en nadie más, ni preocuparme por nadie más, ni sentirme deprimida por alguien más, no tener que nombrar ni ningún nombre ni escribir ninguna poesía. No tener que cantar ninguna canción, ni recordar en cada paso que daba alguna sonrisa.

Sucedió, entonces, lo inevitable, me encontré con alguien que captó todo de mi, mi atención, mi entusiasmo, mi inteligencia,  se convirtió rápidamente en el símbolo de la tan anhelada y enferma belleza, imperfecta, que con sólo una mirada podría acallar mis suspiros y mis lágrimas, y no lo cambiaría por nada. Ni siquiera ahora.

Soy yo y eso lo sé, no sé si te has cansado de esto y parece que si. No te das por vencido pero en algunas otras cosas si, ¿por qué en esta no? y ¿por qué accedí? Jamás imaginé que se convertiría en un mounstruo, en un moustruo adicto al azúcar que no se puede quedar quieto y yo aquí, mirando cómo destruye mi habitación.