| Reflejo de hilo y mármol |

reflejo

Una hermosa coincidencia. La caricia anhelada antes de dormir, el dulce y ligero roce de sus labios humectados rozando la frente. El sutil respiro caliente de su nariz sobre el rostro, la oscuridad y cercanía de una tranquilidad susceptible a la horrenda y vacía realidad.

Fue grito, palabras hirientes. Fuego, rabia, fortaleza, dureza, seguridad. Es rojo vibrante, tinta sumergida en agua que se adentra hasta el fondo del vaso para poseer cada molécula y convertirla en sangre.

Es la lucha constante contra el ser interno que grita por querer despojarse de la carne y huesos que lo mantienen preso. Es querer sumergirte profundo hasta que no quede rastro de ti.

Es desbordamiento, entrega, dejar salir todo hasta quedarte inerte y sin piel. Porque una luz tan intensa e incandescente no conoce de absoluta oscuridad. A menos que la hieras, la ignores, la hagas sentir inútil. Entonces se aparta, de vez en vez regresa pero vuelve a perderse, corre hasta donde le dan fuerza las piernas y grita cuando nadie la escucha, porque realmente ¿quién podría?

Es tranquilidad, paciencia. Recostarse sobre la tierra y ver pasar la vida de la luna y el Sol. Es admirar en cada noche la belleza que se encuentra en la muerte de las estrellas.

Están ahí, silenciadas y desaparecidas pero brillantes. Como muchas que sentimos han sido suficientes, vendrán otras que verán el mismo destino, sin pasar desapercibidas por ojos que desde el otro lado de la vida las recordarán por siempre.

Es dolor, sufrimiento y dicha. Sólo la fuerza de un volcán lo entendería. Lava ardiente convertida en hilos de sangre y mármol que en su propia esencia alberga la vida de alguien. Lo hace tan suyo, lo llena de fortaleza, amor y bondad, sólo para dárselo al resto de la humanidad. Poseer una piedra tan preciosa que debes regresar al mar.

Es sensualidad, dulce sabor salado acompañado de la suavidad de una piel diseñada para acariciar. Es universo, indescriptibles sensaciones que transcurren desde el núcleo de venus; espasmos incontrolables desbordándose en deseo.

Es paz, cercanía. Miedo a lo intangible. Son hilos de ansiedad que lentamente forman un cuerpo mudo y falto de respiro. Ilógico.

Es apostar sin haber visto tus cartas porque sentiste que no tenías nada que perder.

Y perdiste…sonriente.